RESTAURANTE BISTRO. BILBAO


RESTAURANTE BISTRÓ. BILBAO



Ir a Bilbao es ir a visitar el Guggenheim por 124127986787667834 vez (sé que no habéis leido el número), pero esta última vez descubrí algo nuevo, su restaurante.

Dejando de lado la maravillosa obra de Frank Gery, me centraré en explicar un poco el exterior del Bistró del Guggenheim. Por fuera, si lo podemos denominar asi, mucha madera que sinceramente no me gustó, es excesiva e innecesaria desde mi escaso punto de vista en decoración.

Pero como todo, lo bueno está en el interior. Aparte de la variedad de gente de estos llamados "intelectuales" un poco en decadencia, destacan unas grandes pinturas coloridas y sobre todo la luminosidad del lugar. Sillas de una forma rara pero cómodas y mesas sencillas y serviciales.


  
 Quedé con mi amiga de la Universidad, Jara. Se tomó arroz cremoso de marisco con mejillón de roca y espuma de all i oli. No me pude resistir a quitarle un mejillón de la ría.



Huevos de caserío asados a baja temperatura y jugo de pimiento de morrón. Cuando salían de mi boca estas palabras hacia el camarero pensé, ¡qué pijada me acabo de pedir! Nada de pijadas, una nueva sensación. Alucinante probar el huevo cocinado de esta forma y la salsa, a pesar de que pensé que no sabría a lo que decía, era como si te comieses un auténtico pimiento de morrón.



Nunca menciono lo que bebo en los sitios porque casi siempre es agua, y aparte mi conocimiento en vinos se reduce a "me gusta" o "no me gusta". Esta vez es de reseña y capítulo aparte. Un Rioja joven llamado Palaciego, el cual no conocía pero que me ha gustado tanto que no he podido resistirme a la tentación de mirar el precio por botella.
Una caja de 12 botellas por 40€, haced como que no os he dicho nada.



Ella se pidió de segundo una pieza de cerdo asada, acompañada de crema de avellana y ensalada de berros. Muy crujiente.



En mi caso, cordero asado deshuesado con puré de calabaza y trazo de café. A pesar del aspecto (tan oscuro) el cordero estaba bueno, y era una buena pieza. Los platos muy manipulados (deshuesados en este caso) pierden la gracia, aunque este mantenía casi toda su integridad física.
Le pregunté a Jara lo del trazo de café...ella, que trabaja en el departamento de I + D del Mugaritz (3º restaurante mejor del mundo), lo debería saber, ¿no?. Resumámoslo como que es para aromatizar el trozo de carne que te llevas a la boca...algo complejo, mejor que lo explique ella.


  
Y de postre (cada uno la nuestra), torrija empapada en yemas de huevo y nata, caramelizada en sartén, con crema helada. Este postre tiene muchísima fama aqui y en los alrededores. Aqui, un diabético "mental" puede decir que era comer una esponja, ¡qué suavidad!



La atención muy buena, atentos y nada pesados. De precio en torno a 25€, es un menú cerrado que cambia a diario.

Situado en Avda. Abandoibarra 2, Bilbao (en el Guggemheim)

Consejo nutricional: El plato de los huevos cocinados a baja temperatura es para destacar, tanto organoléptica como nutricionalmente ya que las preparaciones a bajas temperaturas mantienen al máximo los nutrientes al igual que evitan oxidaciones y degradaciones del propio alimento.

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